viernes, 30 de octubre de 2009

JUNTOS



Que tus manos me encuentren
trabajando la tierra de tu cuerpo,
la arcilla de tus labios;
que tus ojos me llenen
de enigmas y de encantos;
así desde una vertiente
va el amor y llega al lago,
donde las noches tiemblan
y los sueños son estragos.
Que tu pelo me enrede
y en el aire los años,
sigan latentes, sigan extraños.

Que tu vientre no sea
como una frontera,
para no dividirte,
para no combatirte
cuando la guerra aparezca;
y si nacen los combates
y si todo es un desastre,
cerremos nuestros ojos
y sintamos la tormenta,
lenta, lenta, se aleja.

Y estamos
con los pies mojados
en la profundidad de nuestras sábanas.

viernes, 23 de octubre de 2009

ella



Ella era azul. ella aveces también era roja.
Ella podía ser morada y verde de madrugada, ella era amarilla tumbada en la cama, ella era lila cuando lo deseaba, ella era miel, marrón,blanca con piscas de chocolate si me amaba, ella era rosa en los abrazos, ella era naranja. Morada de noche, ella tenía el alma magenta y en algunos días negra, ella era añil, Alazán, ella era celeste, prusia, cobalto, turquesa y carmesí, ella era bermellón y ocre por sus bordes, ella era limón, cadmio y carmín, ella era violeta si le daba el sol, ella era púrpura en mis brazos, ella... aguamarina y perla.
Pero un día ella perdió el color. Al borde de su devilidad sus colores desgastaban de calidos a frios, de vivos a parcos. Ella se volvió gris.

jueves, 15 de octubre de 2009

LA VENTANA (Segunda Parte)





Ella se acerco confiada a la ventana, se asomo y le disparo con una tímida sonrisa;
- Le molesta mi canto? - le pregunto sin tapujos,
El desconcertado y aun en shock por la sorpresiva atención que ella le ofrecía, tartamudeando le respondió;
- hee... este... no, pues no es su voz la que me incomoda -
- pensé que no lo dejaba concentrar mientras escribía -
- como sabe que escribo? -
- lo deduje, desde aquí se ve su maquina sobre la mesa -

Esa respuesta lo desconcertó, eso significaba que ella también lo observaba a través de la ventana y el sitio que el consideraba seguro, no lo era completamente. Mientras analizaba pensó en responderle rápidamente y alargar al máximo posible la conversación.
- ¿y si sabia que me dedico a escribir, y pensó que llegaría a incomodarme, por que sigue cantando?-
- no puedo dejar de hacerlo, es la única forma de enterarme que estoy viva -
- en verdad si me ha incomodado algo, pero es obvio que no le puedo prohibir cantar, esta en todo su derecho -
- lo se, pero me avergüenza incomodarlo, en forma de desagravio, le propongo algo -
- si piensa en dejar de cantar, no lo haga en verdad, me sentiría culpable si lo hace –
- no pensaba en dejar de cantar, eso nunca lo haría –
- entonces?
- pensaba en cantar algo que a usted le gustara, ¿que canción quiere que cante?

El no pudo evitar la risa, se encogió de hombros y le respondió:
- no se, no recuerdo ninguna canción, tranquila puede cantar la que deseé, no se preocupe por mi-
- bueno, allá usted, que conste mi buena intención-
- tranquila –
insistió – su voz es hermosa, no se preocupe por mí -
- tiene razón, no debería preocuparme por usted, debería preocuparme más por mi misma -
- ¿y que razón tiene para preocuparse?-
- pues vera, nuestros ventanales están demasiado cerca, nosotros estamos demasiado cerca, y por el verano tenemos que mantenerlos abiertos -
- es verdad, pero yo no canto, ni ago mucho ruido –
- el ruido no es lo que me molesta, lo que me preocupa es que no puedo conciliar el sueño con ropa,… duermo desnuda… –

Un temblor le recorrió el cuerpo, y experimento una sensación que no hubiera podido describir, entre vergüenza y alegría se debatía su conciencia, solo atino a decir con una cara de espanto:
- no me atrevería a espiarla, ni observarla, seria incapaz de tratar de verla desnuda-
La joven soltó una carcajada que lo intimido aun más a el, y aun con los ojos aguados de la risa le contesto:
- no me molesta que me vea desnuda - hizo una pausa y sonrió - me preocupa que no resista y salte desde su ventana hasta mi cama –
El no podía ni sonreír, con su rostro inmóvil y sonrojado, le respondió:
- Tampoco me atrevería a saltar hasta su cama, despreocupese,….heee….hablaremos después, tengo asuntos que atender -

Seguido esto se metió a su departamento y se refugio en su cama, solo pensaba en la jovencita y la imaginaba revoloteando con sus pequeñas ropas, la imaginaba bajo la regadera y cubierta de espuma, la imaginaba en la cama durmiendo desnuda, la imaginaba suya mientras la oía cantar, y mientras la imaginaba y la escuchaba un impulso lo hizo ponerse de pie, casi corriendo se asomo de nuevo al ventanal y la encontró a ella, alegre y vivas, aun ordenando las cosas en su cuarto, cuando ella lo volteo a ver solo se le ocurrió decir:
-Ya se que canción puede cantar; “El toro enamorado de la luna”-

Ella hizo una mueca sonriendo y la empezó a cantar, el feliz, se refugio en su cuarto a escuchar la voz de la jovencita mientras de nuevo se sentaba en su maquina y misteriosamente se inspiraba, mientras mas cerca escuchaba su voz, mas ideas llegaban a su mente, llegaban tan rápido las palabras precisas que eran mas rápidas que sus dedos sobre la maquina, obligándolo a acelerar su ritmo, así la novela avanzaba y tomaba forma y a cada renglón llenaba mas las expectativas de su escritor, y se parecía mas a la idea inician de la obra, la alegría que esto de producía era inmensa.

Las bruscas teclas de la maquina sonaron hasta bien entrada la noche, hasta que la jovencita dejo de cantar y vencida por el sueño yacía acostada desnuda en su cama, el por el contrario despierto y con la mirada perdida en la nada, seguía sentado frente a la máquina de escribir con los ojos abiertos y soñando con la particular jovencita.

Sin voluntad se levanto de la silla, aun a sabiendas de que lo que hacia era incorrecto, se dirigió al ventanal, no podía controlar su cuerpo, sus piernas no respondían, era como si una fuerza sobre humana lo halara hacia el ventanal, podía sentir sus pies arrastrarse contra el suelo, luchando por dar un paso atrás, tembloroso se asomo a la ventana, y hay estaba ella.Estaba recostada en su cama,… desnuda, una traslucida sabana solo cubría la mitad de su cuerpo, brillaban reflejando la luz tenue de la luna, colgando de su cama, un pie, un muslo blanco, una torneada nalga, un ligero matiz de su seno y su espalda, mientras su cara se perdía entre sus rubios y desordenados cabellos.

El estaba atónito, tan solo la observaba con deseo y en silencio, procuraba no respirar, y con su mano acariciaba el cristal de la ventana como si fuera la piel de aquella criatura, no calculo en tiempo que duro inmóvil observándola, quizá fueron solo unos segundos, pero tal vez fueron varias horas.




Solo hasta que ella se movió despertó del absurdo sueño, sin explicarse por que sintió ganas de hacerle saber que la observaba, quería que lo viera, que se enterara de sus deseos, que se sintiera observada y vigilada, que se abrumara y se escondiera, que cubriera ese desnudo cuerpo y así lo liberaría a el de ese incontrolable deseo que lo torturaba.




Pego su cara al cristal, y guardo sus sudorosas manos en los bolsillos, donde encontró mas que un objeto; una respuesta, su bolsillo derecho estaba lleno de monedas y una absurda idea le dibujo una sonrisa, saco una moneda, apunto y se la lanzo suavemente a ella a través de la ventana, la moneda quedo pego en la cama y rodó hasta tocarla a ella, en una noche tan caliente una fría moneda sobre la piel descubierta habría causado enojo, pero en cambio ella no mostró reacción alguna, no se inmuto ante ella ni respondió, el creyó que no la habría sentido, entonces lanzo otra moneda, pero ella no respondía.


Así siguió el lanzándole monedas a través de la ventana algunas golpearon el cristal de la ventana y caían a la calle, otras resbalaban en las suaves sabanas e iban a dar al piso haciendo un estruendoso sonido, otras inclusive la golpearon a ella, pero no mostró le mas mínima reacción, así siguió hasta que en su bolsillo no hubo mas monedas.
Se encontró entre decepcionado y asustado, ¿acaso podría haber un ser tan insensible? ¿Por qué no respondía? ¿Y si estuviera muerta? Varios pensamientos recorrieron su mente, y aunque su conciencia le dictaba salir corriendo, su mirada era incapaz de soltar ese cuerpo desnudo rodeado de monedas, brillantes monedas como estrellas abandonadas en el cielo que parpadeaban y resaltaban la belleza de un cuerpo de mujer desnudo.

Sin moverse, aun con su rostro cubierto por el cabello y con una voz risueña la jovencita le grito:
- acaso trata de molestarme... ¿o de comprarme?-
Ella había estado conciente desde el primer momento y solo estaba jugando con el, esperando hasta donde era capas de llegar, y el un poco avergonzado y sorprendido, le respondió:
- ninguna de las dos… solo la estaba adornando, se ve mejor con todos esos brillos alrededor, ignore las monedas, solo imagine los destellos, como estrellas en el cielo -
Con una risa sacudio su cabeza y se descubrió el rostro, se recogió el cabello y le grito:
-me imagino…. ¿pero se le acabaron las monedas? aun tiene mas estrellas el cielo .-
-si… ya no tengo más estrellas en los bolsillos, pero aun tengo las llaves del departamento ¿quieres cambiar de cielo? -



Ella no hablo, pero le respondió con una sonrisa. El tomo las llaves en sus manos, las beso y las lanzó por el ventanal, ella se incorporo, dejando su cuerpo totalmente desnudo a la vista de su vigilante, lanzando las monedas en una explosión por toda la habitación y atrapando las llaves en el aire, sin mediar palabra se cubrió con la sabana y corrió hacia su puerta bajo las escaleras, salio a la calle y abrió la puerta de su vecino mientras el aun seguía atónito pegado al ventanal. Cuando ella entro a su departamento lo sorprendió por la espalda, lo abrazo y juntos observaron el largo callejón a través del gran cristal y luego se fundieron en un largo beso, un solo beso que inicio en el ventanal y termino en la cama, donde se entregaron el uno al otro toda la pasión reprimida por don ventanas que los separaban y ala vez los unieron. Ella asesinaba a la soledad y el por primera vez en sus muchos años de escritor por fin conocía a su musa.

LA VENTANA (Primera parte)

Llevaba solamente tres semanas viviendo en ese lugar, no era un nómada pero no había encontrado un lugar donde se pudiera sentir cómodo, había vivido en muchísimos sitios en diferentes zonas de la ciudad, pero en ninguno encontró la tranquilidad para poder terminar su libro.


Era un sitio acogedor, amplio y limpio pero sobre todo silencioso, se sentía en paz, no había ningún ruido que lo distrajera, tampoco niños alborotando, nada en absoluto que lo apartara de su maquina de escribir y le impidiera redactar.

El apartamento estaba ubicado en el centro de la ciudad, pero quedaba directamente al fondo de un callejón de por lo menos una decena de casas, y que no superaba los dos metros de ancho, estaba en el segundo nivel y desde su ventanal podía observar a lado y lado, las fachadas de todas las casas del callejón y al final, a lo lejos, la desembocadura al ruido y al caos; a la avenida principal. La mayoría de sus vecinos eran extranjeros que estudiaban y trabajaban y pasaban la mayor parte del tiempo fuera, era un lugar solitario y tranquilo aun no corrompido con el afán y el ajetreo que trae consigo la modernidad.


Aun así, con el irrompible silencio que inundaba su espacio, no había avanzado mas que un par de párrafos en su historia, trabajaba tan solo en las mañanas en la alcaldía; traduciendo al español las cartas y telegramas que llegaban del extranjero, no se preocupaba mucho por el dinero puesto que su tía materna con quien había vivido la mayor parte de su infancia le había heredado una jugosa pensión, además de una pasión por el estudio, las artes y la literatura.


Ese viernes salió de la alcaldía y paso por el banco, cobro la mensualidad correspondiente y luego se dirigió al mercado, repasando una arrugada lista, lleno su carrito, entre lo que llevaba se destacaba la gran cantidad de té de limón, café y galletas de animalitos, además de bastantes refrescos de cola para mitigar el inclemente verano que acechaba a Madrid por esos días.
Al llegar a su apartamento abrió la puerta y una inclemente ola de calor lo sofoco inmediatamente, descargo las bolsas en la cocina y se quito la camisa, eran unos días supremamente calientes, la gente andaba con ropas muy cortas y sin pudor se arremolinaban en las fuentes de la plaza para mojarse y así contrarrestar las elevadas temperaturas que sofocaban la capital.


El ventanal, era un cuadro inmenso, que abarcaba de lado a lado la pared de la sala, iniciaba a la altura de sus rodillas y terminaba a pocos centímetros del techo, un techo en teja que recibía los rayos del sol todo el día y hacia que aun en las madrugadas el bochorno fuera hostigante, pero eso no lo molestaba en lo mas mínimo, se quedaba la mayor parte del tiempo tan solo con unos pantalones cortos, sin camisa y con los pies descalzos con su ventanal abierto de par en par, aun si hubiera querido estar desnudo, nadie lo habría visto, la tranquilidad del vecindario no se perturbaba mas que por el ocasional sonido del abrir y cerrar de las puertas.



Pero había algo diferente este día, al abrir el ventanal, saco su torso y tomo una bocanada de aire fresco, al girar su cabeza a la derecha noto algo diferente en la casa contigua a la suya, era una casa con el mismo estilo clásico de la que el habitaba, perpendicular y con una ventana de iguales proporciones a la suya a tan solo unos centímetros, pero que siempre había tenido una cortina blanca sellando la visión al el interior, ese día no, la ventana esta abierta completamente, las cortinas habían desaparecido, la luz se encontraba encendida y se notaba por el orden de los muebles que alguien se disponía a habitarla. Tan solo rogó que el nuevo invasor de su espacio fuera un extranjero o un estudiante de intercambio y que no pretendiera desequilibrar su tranquilidad.


Ya se había ocultado el sol, y el estaba sentado frente a su maquina tratando de escribir, una docena bolitas de papel arrugadas decoraban el piso y daban cuentas de su infructuoso intento por redactar, de pronto un particular sonido se mezclo con el arrítmico golpeteo de las teclas de la maquina y capturo su atención, era una campanilla, acompañada por el rechinar de unas ruedas, alguien cabalgando una bicicleta se acercaba por el callejón, luego unas llaves y lo que el temía, la puerta de la casa contigua se abrió, de un salto se acerco tímido a la ventana, pero solo pudo ver el cerrar de la puerta, en su cabeza imaginaba cualquier posibilidad, seria un hombre, o tal vez una mujer, por la bicicleta y la velocidad con la que ingreso debería ser joven, regreso a su escritorio y se concentro en recuperar la inspiración para completar la palabra que había dejado a medias.


En muy poco tiempo escribió mas de una decena de renglones, y una idea clara y concisa aterrizaba en su cabeza, en su cara se dibujo un sonrisa y sintió que por fin encontraba el eslabón que le faltaba a su historia y que la inspiración lo poseía, por fin veía avanzar su libro de un estanco de varios meses, toda esa alegría fue interrumpida por un silbido, un sonido musical, imitaba el sonido particular de una canción que estaba rotando muy seguido en la radio, se escuchaba constante y alegre, aunque realmente no era muy fuerte ni molesto, lo saco de su concentración y se llevó su atención de nuevo al apartamento contiguo.


La suave melodía; lo atormento, le arrebato la inspiración, le privo de las palabras, de su lucidez y mas tarde hasta del sueño, El silbido era suave y dulce, indudablemente era de mujer, una mujer joven, una mujer que sin proponérselo invadía su espacio y su vida. Después de la diez, el silencio se apodero de su apartamento, tendido casi desnudo sobre su cama, con un calor insoportable y con la mirada pérdida en el techo, con sus pensamientos y su atención fijos tan solo en el departamento contiguo, pero sin el suficiente valor para tratar de indagar algo a través del gran ventanal.


Al día siguiente se levanto temprano, se arreglo y sin siquiera asomarse a la ventana, se dirigió a la alcaldía, laboro mucho mas que de costumbre, todo el día refugiado en su estrecha oficina, hasta que el crepúsculo lo alcanzó, esperaba que la noche fuese mas benévola esta vez y no tener que sufrir por su nueva compañera. Caminando lento, con miedo, como quien se dirige a su propia ejecución se dirigió a su residencia, al asomarse al la boca del callejón, inmediatamente logro ver el nuevo panorama, algo diferente a lo común, y que rayaba en el tranquilo ambiente de su vecindad, las luces de su nueva vecina estaban encendidas, la ventana abierta y un ambiente festivo se apoderaba de todo el lugar.

Se dirigió a su departamento, encendió también las luces y se vio obligado a abrir el ventanal para no ahogarse en el aire caliente que hacia del lugar un verdadero infierno, se quito la camisa y se dispuso a escribir un poco en su maquina, tratando de convencerse a si mismo de que esta vez nada podría desconcentrarlo ni molestarlo, mientras que del otro lado del muro una jovencita empezaba a cantar con una gran fuerza y al mismo tiempo con una maravillosa voz., El con sus ojos centrados en una pagina en blanco ni siquiera noto como involuntariamente sus dedos hacían repetitivo el ritmo de la canción sobre las teclas de su maquina.


No resistió mas, se levanto y se dirigió al ventanal, con la intención de gritarle que se callara, pero no la logro ver, en cambio se encontró con el departamento totalmente diferente, bastante luminoso, los muros estaban decorados con imágenes y arreglos y en el lugar donde comúnmente se encontraría una sala; irónica, atrevida e insensata de mostraba una cama, desafiante y de frente al ventanal, con un impecable edredón blanco, demasiado amplia para una sola persona.


Sin aviso apareció ella en la habitación, demasiado sorpresiva como pare darle a el, una oportunidad de ocultarse, vestía una pequeña y ajustada pantaloneta, con una camisilla corta escotada, descalza y con una toalla en la cabeza recogiéndole el húmedo cabello, se quedo observándolo unos segundos y luego siguió sus tareas, cantando y bailando como si el no estuviera hay, se soltó la toalla y rebelo su rubio cabello, era realmente hermosa, pero era un poco mas joven de lo que el la imaginaba, el olvido el por que estaba asomado a su ventana, y se regreso a refugiarse a su maquina de escribir.


No pudo permanecer hay sentado mucho tiempo, empezó a dar vueltas en el lugar como una fiera enjaulada, y el canto dé la jovencita se hacia cada vez mas rápido, mas fuerte, mas intenso. En realidad no le molestaba, cantaba bien, le gustaba, eso era lo que no soportaba, que le gustara tanto, camino despacio nuevamente hacia la ventana, se asomo y se sentó sobre el borde, simplemente se quedo observándola sin decir nada, ella estaba de rodillas sobre la cama, arreglando su ropa y cantaba mientras meneaba todo su cuerpo. Ella lo veía y continuaba inmutable, como si no sintiera invadida su privacidad. Ella hacia su vida mientras el era un espectador que no podía continuar con la suya.


Así fueron pasando los días y las noches, el empezó a trabajar todos los días hasta muy tarde, llegaba la observaba un rato y se recostaba en su cama, resignado a escuchar su voz y sus cursis canciones, sin decirse una sola palabra, solo la observaba y antes de que se prepara para dormir el se alejaba y se refugiaba en la oscuridad, mientras su maquina de escribir, yacía abandonada sobre la mesa sin recibir atención.


Un día el llego como de costumbre y tan solo encontró las luces apagadas, todo de nuevo estaba en silencio, la paz nuevamente reinaba, de inmediato se instalo frente a su historia y se propuso escribir, sin éxito alguno, no podía escribir nada, en su mente solo estaban las melodías de su arrogante vecina, la recordaba con sus canciones románticas, su edredón blanco, su cabello rubio, sus ropas pequeñas y sus pies descalzos. No lograba escribir, esta vez no por que le molestara el ruido exterior, si no por que extrañaba profundamente a la inquieta jovencita.


Simplemente se quedo hay inmóvil esperando un signo de vida, una señal de que ella estaba hay, pero por un largo rato solo el silencio lo acompaño, hasta que su soledad fue interrumpida por las campanillas de la bicicleta, jamás se sintió tan feliz de escuchar este sonido, luego el freno, las llaves, la puerta y por fin su voz, no dejaba de cantar y esta vez su voz era mas dulce, mas hermosa.



No podía controlar la ansiedad, su pecho brincaba y sus manos se humedecían, se relajo y disfruto la melodía, escuchaba con atención, mientras entraba al cuarto de baño y su voz se hacia lejana y hueca, mitigada por el sonido de la regadera. La imaginaba fresca y tersa, con el agua recorriendo su blanca piel, tan húmeda, tan hermosa, tan perfecta, tan musical. Pero más que alentarlo sus deseos lo torturaban, en todos esos días con ella incomodándolo tan cerca ni siquiera le había preguntado su nombre, y lo que antes creía era un repudio, ahora era un deseo incontrolable.


Se asomo a su ventanal y espero a que ella terminara su baño, cuando salio lucia radiante, nunca antes la vio tan bella, la sintió tan cerca que sintió el olor de su jabón perfumado y tal vez fue solo su imaginación y su abrumadora obsesión.
Ella también lo vio fijamente, se quedo observándolo, quizá era la primera vez que se sentía incomoda al ser observada desde tan cerca, unos segundos después continuo como siempre ignorándolo, sin embargo esta vez la punzante mirada de su vecino no se retiro siguió hay firme a su lado, como acompañándola, vigilando cada movimiento, inmóvil, imperturbable, como hipnotizado por el vaivén de su estilizado cuerpo, escuchando su voz con tranquilidad, embebido por el canto de una sirena como el mítico Odiseo.

...to be continued...

miércoles, 14 de octubre de 2009

SER AMANTE


Descubrí que en su interior también puede florecer la primavera,
y mostrarce cuando ella se entrega.
Regalarme un dulce aroma. Su aroma.
Entregarme su amor sincero que me enseña la felicidad
en un instante infinito que osa hablar de eternidad,
subido a su cuerpo de robles torneados
lavado en lágrimas que limpian los cielos contaminados…
Me has arrancado las sonrisas de raíz
y poco importa que no seas para mí, ni yo para ti,
cuando somos uno solo a lomos de un colchón.
Poco importa que el mañana sea un espejismo de vapores,
un brindis con la copa de nuestros sudores
si ahora mismo tú estás conmigo.

jueves, 8 de octubre de 2009

ENDORFINAS



Debido a que mi musa personal anda de juerga libidinosa y ejerciendo la profesión mas antigua del mundo (la venta de amor) me permito usurpar este texto de mi entrañable comadre Koryzon, para llenar el vació de varios días en el blog (espero no te moleste que el mundo se entere de tu insana adicción por la endorfina, igual si te molesta me da igual, después te contento, ademas es tu culpa por no editarme “la ventana”, que sobrado alcanzaba para varias publicaciones de “paqnadielolea”)

ENDORFINAS

El hecho de sentir temblores en tu sistema nervioso, no indican solo una aflicción de tu organismo, pues también se puede comparar con la misteriosa energía que te dan las endorfinas del amor. Tal vez es el mejor medicamento para olvidar cualquier clase de malestar; un analgésico a la depresión, un escape a ese terreno de locura y felicidad.
Es por esto, que a diario puedes sentir casi morir. El vicio de vivir junto a ti , me ha llevado a saborear la pavorosa tentación de lo que es soportar el trayecto de la vida sin endorfinas, que me hagan temblar, reír, quizás preocuparme, y tal vez llorar.
Por eso debes saber, lo mucho que te necesito, los litros de medicamentos embolsados en tus besos, en tus manos y en tu olor, que me hacen sentir viva, me alegran las tardes oscuras y estimulan mi pensamiento y mi corazón.
Te amé desde aquel momento en que acaricie tu mano, toque tus labios suavemente y estremecí mi cuerpo vertiginosamente. En ese lugar donde testigos no existían, en esa mesa de madera y muebles confortables que atenuaron nuestra visita, y que convirtió a tal jueves en el día en que todo estaba terso y grato, donde los corrientazos en mi cuerpo, se impulsaban por tu presencia.

KGG