viernes, 18 de febrero de 2011

QUIERO


Quiero sentir el aliento
de tu nariz en mi cara,
Quiero robarte la ropa
que iniciemos la batalla,
Quiero anudar nuestras lenguas
en el camino de un beso.
Quiero acariciar tu cuerpo
Mojar tu piel con champaña.
Quiero que los cristales
se empañen con tu sudor,
Que nos lleven a la cárcel
por faltas graves al pudor.

RAVELO

lunes, 7 de febrero de 2011

Como te amé Sofia!


Aquella tarde que la vi radiantemente hermosa, con la estatura perfecta, acompañada de unas piernas que habían sostenido el peso del desaliento y el desamor por tanto tiempo, invadían mis pensamientos de coraje y valentía. El reflejo de la caída del sol era su cómplice, estaba a su favor, y me hacia estremecer, pues el color de su cabello negro brillante jugaba con las tonalidades de rojo y café. Esplendida como siempre sonreía, su boca se saboreaba como la cereza más exquisita de cualquier cultivo, vacilaba con sus pies, los estrellaba con las olas que llegaban de repente desde del mar. Con su cálida piel morena, acarició mi mano, luego, preguntó si la podría acompañar, quedé pasmado, mi mirada estaba tan perdida en sus ojos llenos de fuego, que difícilmente logre entender su cometido; Pero solo la frescura del olor de su cuerpo y de su ropa, me entrelazaron, en una conmoción indescriptible, basta con decir que en este momento todos mis sentidos se sobresaltan de solo recordarla pasar lentamente junto a mi.

Recorrimos la ciudad, me imagine una vida de ensueño con ella, cruzamos nuestras manos, acaricio mi boca con la suya, y el más perfecto beso que se pudo desatar de nuestro aliento, fue sellado con el abrazo que siempre deseé. Broto una lagrima de sus delineados ojos miel, me contuve a preguntar por su estado y emprendida en llanto y odio, recogió su cabello ondulado con una brecha y se marcho.

La paranoia corrió por toda mi sangre, las venas se crecieron para absorber mas vitalidad y mas oxigeno, desafiante hacia el destino que prohibía juntos estar, corrí tras de ella, la empuje contra mi pecho, la bese por última vez en su boca, y su gesto de repulsión, desenvolvió mi ira aún más, ¿cómo era posible? no lo entendía, la amaba, juro que la amaba, ella lo sabía, ella también lo pensaba. Le grite para verificar el amor hacia mí, ella callo, el más inédito y oscuro silencio, que todo mi cuerpo percibió, mis manos se ensangrentaron de odio, lloraba para que mis lagrimas cayeran sobre su boca, pero ahora sin color, sin sabor. En un ligero momento mi mano encontró su frágil cuello y lo torció. No podía vivir con el desasosiego de su amor, era la estudiante más bella e intelectual de su promoción, pero a la cual jamás llegó.

Yo era su profesor, le atraía mi mezquindad, anonadada de mis aventuras y de mis conocimientos almacenados, ella podía estar junto a mí, toda una tarde sobre la playa, escuchando, viendo mover mis labios y soñando con poder lograrlo, yo estaba con ella por tantas razones que aun no puedo emparejar, y aunque sabía que no debía quedarme, tomé la decisión de permanecer a su lado, pero ella en cambio, cobarde a sus deseos, decidió huir a sus sentimientos, ¿y cómo lo podría permitir? Por ello, estoy acá a mis 47 años esperando un juicio, por querer derramar la sangre del cuerpo de mi sofí, sobre mis manos y sentirla más profundamente sobre mi piel y mis labios.


Köry Gómez G