jueves, 26 de noviembre de 2009

Sin Titulo Nº2


Y vos, a quien escribo,
Y vos, a quien canto,
Y vos, a quien descubro,
Y vos, a quien dibujo,
Y vos, a quien amo,
porque cada partícula llama a amarte,
porque cada sueño a dibujarte,
porque cada poro insiste a descubrirte,
porque cada canción a cantarte,
porque cada momento a escribirte,
entre las línea de estos versos.
Estos versos en tu voz,
Tu voz de soledad,
Tu voz de ausencia,
Tu voz de abstinencia,
Tu voz de olvido.
Leelo. Con tu voz
débil pero firme,
Leelo. Con tu voz
de engaño y de mentira,
Leelo. Con tu voz
de sueño y fantasía.
Porque solo en tu voz;
Aun amándote te puedo decir adiós.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Sin Titulo Nº1


Te pienso ...
un recuerdo
un reflejo
una caricia
una mirada
vivimos el instante
habitamos el pasado
poblamos futuros
entre las notas
entre los lienzos
entre el marasmo
de estos días tan fríos
tan distantes
como tu voz
al fondo del teléfono
donde mi olvido no alcanza
ni siquiera a ahogar los dolores
los intentos
y no vuelvo.
No regreso.

lunes, 16 de noviembre de 2009

NO COMPRENDO


Te estoy amando de una forma que cada dia me sorprende,
te extraño como si hubieses sido mia eternamente,
te estoy amando de una forma incomprensible
solo sueño hacerte mia diariamente
te amo tanto que estoy decidido a ser mas valiente
no respondo de mis actos donde quiera que te encuentre
te estoy amando de una forma que yo mismo me sorprendo
y no comprendo como en tan poco tiempo
te volviste dueña de mis pensamientos

lunes, 9 de noviembre de 2009

ANCIANA




Era extraño no encontrarla ahí, en aquel chifonier de la esquina, escondida entre las ropas de su incalculable riqueza, arrastrada sobre ellas, lloriqueando su pobreza, pero nunca de dinero, porque quizá lo detestaba, lo repudiaba..
Atrás habían quedado años de belleza, de amistades y de fiestas. Su cuerpo se había desgastado, almacenado entre sus arrugas, entre el maquillaje vencido, partido, destrozado.
Sus facciones angelicales parecían no haber existido jamás y su espejo opacado por la mugre, el moho y demás telarañas, no reflejaban su estilo de vida que alguna vez disfruto sin cesar.
Vacilaba por todas partes, recorría los pasillos de su gigantesca mansión, el mármol de sus pisos, el talle de sus puertas, y las extensas paredes rayadas y deshechas por aquellas notas sin sentido, mostraban sus sentimientos y pensamientos acumulados en su piel y en sus ojos.


kory

jueves, 5 de noviembre de 2009

Sueños de un Poeta




Muchas personas pasaban frente a él pero ninguna era a quien esperaba. Se diría que no esperaba a nadie, que sólo estaba ahí para despejar alguna angustia, alguna ansiedad que lo perturbaba. Sin embargo, mientras el viento arreciaba con más violencia los alrededores, al fondo del camino apareció una silueta. No podría decirse que fuera mujer quien, a paso lento, se aproximaba. Sin embargo, al sentarse, observó su rostro. Lo contempló largo rato, y luego, tal como había llegado, desapareció sin decir si quiera su nombre.
Su mirada permaneció distante: observaba ya para él parajes inhóspitos, senderos como aquel donde la vio partir, donde la suerte de encontrarla se había convertido en la misma de perderla.
¿A qué se debía su silencio?
Reflexionó largo rato vuelta a su apartamento y cansado de cavilar se durmió agotado de no hallarla en ningún paraje de su existencia. No era en su niñez, pues en ésta, a diferencia de muchos, fue aburrida y extremadamente sola, tan sola que de aquellos años aún guardaba un vago recuerdo de olores a naftalina y libros viejos. De la adolescencia tampoco eran los ojos; la tensión de la mirada se había anidado como una flecha en su fuero interno: aquello era insoportable.
Bien fuere por el particular malestar prolongado hasta entonces, o por la insistencia de encontrarle nombre a aquella mujer que él dedicó el resto de la noche en escribir una carta dirigida a si mismo, explicando el encuentro con precisión, describiendo el lugar, las características físicas y la expresión de los ojos, pues esto, particularmente, había de llamarle la atención mucho antes de que ella se sentara.
Acabó tres horas más tarde y releyó las seis cuartillas parando en cada una para alcanzar la taza con café. El gato apareció de pronto, se posó en sus piernas y ahí permaneció hasta que él dejara de nuevo las hojas junto a la máquina en el escritorio. El reloj marcó las dos, sus ojos parpadeaban de cansancio, el gato huyo corriendo.
Bajo el marco, a contraluz y frente a el; una mujer vestida de rojo.
El sorprendido solo le pregunto;
− ¿Por qué ha venido?
− Quería mi nombre…
−...
− ¿o me equivoco?
− En lo absoluto.
− ¿Servirá de algo saberlo?
− No.
− Entonces…
− Entonces usted me dice su nombre y yo duermo tranquilo.
− ¿No has podido dormir por un nombre?
− No se trata sólo del nombre sino de sus ojos.
− ¿Mis ojos? ¿Qué tienen que no tengan otros?
− He anclado en ellos como un náufrago.
− ¡Qué bellas palabras! ¿Es usted poeta?
− Por desgracia, sí.

Al cerrarse la puerta él se hundió en el sueño.