jueves, 1 de enero de 2009

EL ULTIMO SALTO


Ahí estaba la cima. Fría y solitaria. La adornaban pequeñas banderas venidas de distintas partes del mundo. El hombre había logrado su última hazaña. Clavó una hermosa bandera... la de la estrella solitaria. Descansó. Sacó de su bolso lo único que le quedaba en este mundo: una barra de menta, rellena por el mas delicioso chocolate (por lo menos eso decía en el empaque). La comió lentamente... era el dulce mas exquisito del mundo, tal vez por ser el último.

Luego se puso de pié como pudo. Se situó al borde de la cumbre y suspiró. Todos lo errores cometidos desaparecerían... todo se resolvería en cuestión de segundos. Cerró los ojos... “perdónenme”— dijo, y se lanzó al vació.

Dicen que cuando te suicidas tu vida pasa frente a ti en un segundo. La vida del hombre se demoró exactamente 3.8 segundos en pasar... pero el seguía cayendo... lo cual le dejó tiempo de pensar en la estupidez que estaba cometiendo.

La cuestión era que ya no había vuelta atrás. Pensó en desesperarse... pero descartó la idea ya que no habría servido absolutamente de nada.
Había escalado el monte mas alto del mundo... a 1.35 minutos de caída le impresionó mucho lo hermoso del paisaje que se extendía bajo el. Al rato después comenzó a aburrirse... el paisaje no cambiaba mucho. Lamentaba no traer un paracaídas...

De pronto algo hizo click en su cabeza. Y comenzó a ver sus vidas anteriores... recordó cuando en la segunda guerra no se abrió su paracaídas y murió aplastado contra la tierra con honores. Recordó cuando era miembro de una tribu que vivía en una isla volcánica y fue arrojado al cráter del dios vulcáno para apaciguar su ira... recordó cuando era mono, recolectando miel de un árbol gigante resbaló y cayó... y cuando era un pichón que quiso aprender a volar si éxito......... Y comenzó a ver un patrón muy común...

Arriba y bajando, el hombre ya no quiso seguir cayendo. Extendió los brazos y comenzó a aletear... derepente... vió a la muerte... cayendo a su lado... lanzando cortes con la guadaña. El problema era que la muerte era mas liviana y el hombre mas pesado... y se le escapó de las manos...

Sus brazos comenzaron a llenarse de plumas. También su cuerpo. Y de pronto milagrosamente comenzó a disminuir la velocidad de caída... y voló!!!
Quiso reír y gritar pero solo salían graznidos y silbidos de su boca que ahora era un aguzado pico. Sobrevoló el campamento silbando al viento... lleno de júbilo. Era la despedida.

El águila se alejó rumbo a las montañas, libre y sin preocupaciones...
A los pies del monte mas alto del mundo yacía boca arriba el cuerpo sonriente de un suicida. La muerte se erguía a su lado, cansada pero orgullosa de no haber fallado nunca en su trabajo. Si tuviera pulmones habría fumado un cigarro, si hubiera tenido estómago se habría tomado un cafe para el frío ya que literalmente se le estaban congelando los huesos. En cambio se alejó silbando un requiem en do menor y bailando el baile de la victoria . En la punta de la guadaña estaba enterrada la pluma de un águila.