miércoles, 23 de abril de 2014

Carta de colegio


Elijo siempre el camino más fácil, hoy lo hago escribiéndole y no empezando una conversación con usted; conversación en la que, posiblemente, yo saldría perdiendo porque no sabría cómo empezarla, y después decirle que me gusta, y después decirle que he tenido más de tres conversaciones imaginarias con usted que siempre terminan y empiezan en un “no sé qué decirle”. Por eso a veces es mejor escribir, porque me escondo detrás de estas letras que estará leyendo y quizás hasta le parezcan estúpidas, como mi estúpida obsesión por saber su nombre o por verla un momento pequeño antes de irme a estudiar, o como mi estúpida cobardía de no decírselo en persona así me den nervios y me agarre la tembladera en las manos. 

Mi nombre es Efren, sobra decirle que soy su vecino quizás porque ya me ha visto esquivándole la mirada cuando usted voltea a mirarme porque se siente observada y después me hago el que no la estaba viendo. Soy el que se tomó el trabajo de escribirle esto para que sepa que hay algo en usted que me llama la atención, que hay algo en usted que sin hablarme me dice todo lo que quiero escuchar. Siempre quise hablarle, desde el momento que se trasteó y vi que tenía un gato, muchos libros y esa pose que solo puede tener alguien digno de una inteligencia un poco más favorecida. Ese misterio me impulsó a hacer esto, una carta inocente que ya ni sé si la va a leer porque no sé si entregársela porque no sé por qué la hice porque usted tiene quién la tome de la mano y la lleve a un cine o a cualquier lugar a dar y recibir besos en las tardes. Sí me amarga un poco saber eso, pero el aliciente es que estoy seguro que no es tan feliz como yo la podría hacer si me diera una oportunidad de escucharla y escucharme, de hablar, de conocernos, porque haría mi mejor intento.

 Esa era mi única intención, que me leyera y supiera que hay alguien que quiere escucharla y saber qué piensa; que si se quiere alejar de todo hay alguien que la está esperando para hablar; que cada vez que me mire no me vea como si estuviéramos lejos, que me vea como alguien que aunque no sea capaz de decirle que usted le gusta, siempre estará esperando a que el destino de cualquier forma la pueda juntar con él.





**Carta escrita a mi vecina en el año 2004.