sábado, 19 de septiembre de 2009

¿Y si le cojo una teta?

Estábamos los dos, frente a frente, los movimientos de vaivén nos hacían sudar copiosamente, la observe fijamente a los ojos, pero ella aparto la mirada, bajé un poco mi campo de visión, y lo vi, su pecho, hermoso, firme, todo lo que pudiera desear. Estábamos uno contra otro tan cerca como nos era posible, pero en una posición terriblemente incomoda, volví a mirarla a los ojos, y ella de nuevo me esquivo mirada.

“¿y si le toco una teta?”, nunca me había sentido tan pecaminoso en mi vida, pero es que la situación lo ameritaba, tenerla tan cerca, sentir su aliento en mi rostro, me hacían pensar mil cosas que no correspondían con mis principios cristianos, Apostólicos y hasta Grecorromanos.

Seguimos en lo nuestro, ella se agarraba bien de donde podía para no caerse, yo por mi parte trataba de aguantar el calor, que por momentos se hacía insoportable.
“¿y si le toco una nalga?”, mi mente retorcida volvió a traicionarme, yo sabía que no era apropiado hacerlo, y que a ella no le gustaría, ambos lo sabíamos. En ese momento ella se dio la vuelta, quedo de frente a mí la parte de atrás de su paisaje: la mejor parte. Quizás no me pudiera contener, quizás ella tampoco.

Yo la seguía mirando, pero ella ya no a mí, el movimiento nos hacía perder el equilibrio, así que ella se sentó. Ahora la veía desde otra perspectiva, no sabía que decirle para romper el silencio tan incómodo que hacia presa de los dos. Sentí como el sudor corría por mi frente una vez más. Y aunque creí que mi viaje iba a durar poco, ella llego antes que yo…

Se puso de pie y timbró.

El bus se detuvo, ella se bajo y siguió su camino, sin mirarme ni siquiera. Yo me quede, sentado en el puesto que desocupó, pensando, que habría sido de mí, o de los dos, si yo le hubiese cogido una teta.

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