viernes, 3 de julio de 2009

GANA LA CASA



El jugador de póker pasaba una mala racha. Una vez perdida su última ficha, se vio obligado a apostar sucesivamente su ropa, objetos personales y la llave de su flamante Mercedes. Pronto se quedó sin nada que apostar excepto a sí mismo, así que poco a poco fue arrojando porciones de su cuerpo sobre el tapete: piernas, estómago, hígado, corazón,... Y cuando por fin consiguió una buena mano (cuatro ases) y arrasó, no pudo recoger sus ganancias: hacía ya rato que había perdido brazos, manos y cabeza.

No hay comentarios: